5 recomendaciones para tener una vida más plena

Con el año nuevo llegan también los buenos propósitos y la ilusión de ser más felices y afortunados que el año anterior. Aunque no podemos cambiar las circunstancias sí podemos modificar la actitud con la que las afrontamos.

Aquí van 5 recomendaciones que a mí me han sido de gran utilidad:

Reservarse un tiempo al día para uno mismo. 

Levantarse por la mañana con el tiempo justo para ponernos en marcha, es como intentar poner un coche de 0 a 100 km en apenas unos segundos, las revoluciones se disparan. Empezar el día con prisas es una fuente de estrés para nosotros mismos y para los que nos rodean, por eso es mejor adelantar el reloj 15 minutos.  Esta sencilla medida no supone perder apenas tiempo de descanso y nos permite empezar el día con un tiempo para conectar con nosotros mismos y enfocar mejor el día.

Si cada día eliges la ropa que te pones, elige también los pensamientos que te acompañan.

Cada día invertimos parte de nuestro tiempo en cuidar nuestro aspecto externo (nos aseamos, nos peinamos y perfumamos, elegimos la ropa que vestir y en algunos casos, como en el mío, además dedicamos tiempo a maquillarnos), pero no siempre dedicamos la misma atención y cuidado a nuestro aspecto interno. Tomar conciencia de que tipo de pensamientos deseamos tener durante el día y desechar los negativos y tóxicos es una manera muy efectiva de reducir/evitar el sufrimiento y tomar la rienda emocional de nuestra vida.

Ver la botella medio llena en vez de medio vacía.

Erróneamente solemos poner la atención en lo que nos falta, en lo que falla o sale mal y pocas veces celebramos  las cosas maravillosas que ya tenemos en nuestra vida, por muy simples que éstas sean. Conviene recordar, como dijo Epicuro:  Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco lo serás con lo que te falta. Así que un buen ejercicio es encontrar un motivo cada día para celebrar y dar gracias por ello.

Aprender a soltar.

Para vivir en plenitud no hace falta la abundancia de cosas. La sociedad actual nos empuja a confundir el desear con el necesitar. Todas las personas que conozco que han hecho el Camino de Santiago coinciden en la importancia de aprender a soltar. El apego emocional y/o material en realidad es un lastre que nos frena y nos limita.

Menos es más.

Como ya comenté en un post anterior Superman y Superwoman no existen, así que debemos ser muy conscientes en quien y en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía. Intentar hacer muchas cosas y querer hacerlas todas bien es una puesta segura al estrés. Cada cosa tiene su momento y hay un momento para cada cosa.

Sin duda hay muchas más recomendaciones que nos pueden ayudar a tener una vida más plena. Si has puesto en práctica alguna de ellas y te ha funcionado te animo a que la compartas y entre tod@s hagamos la lista más amplia. Como dice el dicho:

Si caminas solo irás más rápido,  si caminas acompañado llegarás más lejos.

Mens sana in corpore sano

 

¿Alguna vez has intentado hacer régimen o practicar algún deporte regularmente y acabas renunciando a los pocos días?

¿Eres de los que haces listas de buenos propósitos saludables  cada mes de septiembre y en octubre ya te has olvidado de ellos y has vuelto a tu rutina?

Si tu respuesta es afirmativa, este post te interesa pues trata de cómo  puedes ponerte en forma con ayuda de tu mente.

Mens sana in corpore sano
(Décimo Junio Juvenal. S.II d.C)

Todos conocemos de sobra las virtudes de estar en forma, tanto las publicaciones científicas como las de salud y belleza, constantemente hacen referencia los beneficios del bienestar físico para mejorar el bienestar mental. Lo que no se explica con la misma frecuencia es a la inversa. Es decir, cómo la mente puede ayudar a mejorar  el  bienestar físico.

Beneficios de estar en forma físicamente
Estar en forma físicamente mejora la flexibilidad de las articulaciones, mejora  el funcionamiento de órganos como el corazón y los pulmones,  favorece el sistema circulatorio, reduce el estrés y la tensión mental, refuerza nuestra autopercención positiva y aumenta la autoestima.

Beneficios de estar en forma mentalmente
Estar en forma mentalmente permite llevar una dieta más equilibrada y menos compulsiva. En muchas ocasiones no comemos por hambre sino por nervios y ansiedad. Una mente en forma facilita la constancia en la práctica de deporte y en sí de cualquier actividad, nos ayuda al planteamiento de objetivos realistas, adaptados a las circunstancias de cada uno y, por supuesto, también mejora nuestra autopercepción y nuestra autoestima.

¿Cómo utilizar la mente para estar en forma física?
Hacer ejercicio físico 30 minutos al día, sin duda es muy saludable, pero no olvidemos que el día tiene 24 horas!
El resto del tiempo que no practicas activamente un deporte, a través de tu mente también puedes cuidar tu cuerpo y avanzar en el proceso de ponerte en forma, pero ¿cómo?
Aquí comparto contigo algunas ideas a tener en cuenta:

  1.  TOMA CONSCIENCIA DE TU POSTURA:
    Quédate inmóvil por un instante y observa la postura de tu cuerpo. ¿Notas tensión en algún punto?, ¿crees que tu postura es mejorable?.
    Cuando nos sentamos,  cuando trabajamos delante del ordenador, al hablar  por teléfono, cuando cogemos peso o simplemente al caminar, adoptamos un montón de posiciones equivocadas que pese a ser incorrectas y perjudiciales para el cuerpo, la rutina las convierte en normales. Tensar el cuello, arquear la espalda, curvar los hombros hacia delante o permanecer mucho tiempo con las piernas cruzadas  son solamente algunos ejemplos de malos hábitos que a la larga pueden llegar a producir importantes lesiones.Gracias a la toma de consciencia de tu postura puedes corregir estas posiciones corporales erróneas.  Prestando atención a la manera de cómo te mueves, evitando posturas forzadas y relajando los puntos donde detectes tensión innecesaria, no solo conseguirás que tu postura corporal sea más elegante y equilibrada sino que además estarás avanzando en poner tu cuerpo en forma.A partir de ahora ten presente en tu mente las siguientes preguntas:
    ¿Estoy dejando caer mi cabeza hacia un lado?
    ¿Mis hombros están curvados hacia delante?
    ¿Estoy manteniendo durante mucho tiempo la misma posición?
  2.  DIÁLOGO INTERNO POSITIVO:
    No puedo, no soy capaz, no me lo merezco, yo soy así y no puedo cambiar, es imposible…¿cuántas veces nos saboteamos a nosotros mismos con mensajes negativos que lejos de darnos fuerza y motivación para seguir adelante, nos desmoralizan y hacen que cualquier camino sea cuesta arriba?

Lo que crees, creas.

Ten por seguro que si piensas que no puedes hacer algo no podrás hacerlo.  No podrás hacerlo  simplemente porque los pensamientos negativos nos predisponen para el fracaso, incluso antes de intentarlo.
Convivir con esa vocecilla interna que nos dice que no somos lo suficientemente buenos para conseguir lo que nos proponemos hace que todo sea mucho más difícil. Los pensamientos negativos nos hacen reaccionar ante los retos con miedo y estrés. En casos extremos, incluso pueden llegar a producirnos una enfermedad.  Por ello resulta fundamental que si quieres poner en forma tu cuerpo empieces por poner en forma a tu mente y substituyas todos los mensajes negativos que te dices a ti mismo por frases motivadoras.
-Plantéate cada reto como una oportunidad de mejorar y aprender.
-Felicítate por tus logros, aunque sean pequeños.
-Comparte con tu entorno tus pequeñas victorias.
-Háblate a ti mismo con el respeto y afecto con el que hablas a los demás y evita decirte mensajes negativos.

Recuerda que el camino al éxito tiene curvas y está lleno de baches. Cuando tropieces, las fuerzas para seguir adelante las encontrarás en tu mente.

 

Transforma tus sueños en objetivos

sueños y objetivos

¿Quién no ha soñado despierto alguna vez?

Todos nosotros en algún momento hemos fantaseado sobre nuestro futuro, imaginando como sería algún aspecto de nuestra vida más adelante: el trabajo, un viaje, nuestra casa, la pareja… Sin embargo, los días van pasando y de repente se convierten en semanas, meses, años …y esos sueños u otros, siguen ahí, acompañándonos todos los días pero sin salir de nuestra mente.

Muchas veces, cuando hablamos de alcanzar esas cosas que deseamos,  sean materiales o no, con frecuencia confundimos sueños, objetivos y metas.

En este post no sólo aprenderás a distinguir cada uno de estos conceptos, sino que además podrás disponer de una pauta que te ayude a definir y alcanzar tus propósitos.

Sueños, propósitos, objetivos y metas
Los sueños suelen ser deseos idealizados y sin fecha de caducidad. Es decir, fantaseamos con alguna idea, recreándonos en la emoción de bienestar que nos producen,  pero no llegamos  a ponerles una fecha en el calendario.

Algunos de estos sueños son más intensos que otros y por eso los convertimos en propósitos. No sólo nos gustaría algo sino que además tenemos la voluntad de conseguirlo. Sin embargo  muchas veces los propósitos acaban siendo un decálogo de buenas intenciones que pocas veces acabamos materializando. ¿Cuántas veces te has propuesto ir más la gimnasio, dejar de fumar o hacer dieta y has acabado igual que estabas?

Tener un propósito es fundamental, pues como decía antes, nos aporta la fuerza de la motivación inicial para empezar, pero por si solo no es suficiente, es aquí donde intervienen los objetivos y las metas.

Los objetivos vendrían a ser los destinos que nos proponemos alcanzar y las metas las etapas concretas a conseguir por el camino. Así, dentro de un objetivo podemos establecer varias metas. Las metas vienen a ser como el plan de ruta que detalla en todo momento qué pasos debemos seguir en el viaje hacia nuestro objetivo o destino.

Duerme con sueños, despierta con objetivos

entrada-30_imagen

A tener cuenta para plantearte bien tus objetivos
DEFINICIÓN
En definir bien el objetivo está gran parte de la clave de su éxito.  Para ello es fundamental que tengas presente que:

  • Tienes que formularlo en términos positivos, no negativos. No es lo mismo tener por objetivo “aprobar el examen” que “no suspender el examen”, “estar delgado” que “no estar gordo”. Puede parecer banal, pero en realidad no lo es, los mensajes positivos son más estimulantes para nuestro cerebro.
  • Tiene que depender sólo de ti. Si el objetivo depende de otros factores fuera de nuestro control no está bien definido. Hacer deporte depende de nosotros, que nos toque la lotería, por mucho que juguemos también depende del azar.
  • El tamaño tiene que ser apropiado. Plantearse objetivos poco realistas sólo provocará que nos frustremos. En todo caso, si el objetivo es muy grande, conviene establecer metas intermedias.
  • Descríbelo con todo detalle. Visualízate alcanzándolo, cómo te sentirás en ese momento, que te dirás a ti mismo cuando lo consigas. Disfruta y recréate en la sensación de bienestar que te produce ese momento, visualízalo, siéntelo, escúchalo.

EVIDENCIAS:
¿Cómo vas a saber cuándo has conseguido tu objetivo? .
Es importante que esos indicadores sean fiables. Siguiendo con el ejemplo de perder peso, un buen indicador sería bajar peso en la báscula o que la ropa quede grande. Un mal indicador sería esperar los comentarios de otras personas. La opinión de los demás obviamente puede ser un indicador, pero lo que propongo es que no sea nuestro  principal indicador de referencia.

CONTEXTO
¿Cuándo, dónde, con quién quieres esto? Puede ser un objetivo profesional, familiar, personal..

CONSECUENCIAS
¿De qué manera ese objetivo afectará al resto de tu vida? Si mi objetivo es comprar un coche caro y potente, tendré que tener en cuenta que también pagaré más caro el seguro, los impuestos, que consumirá más gasolina…

LIMITACIONES INTERNAS
¿Qué emociones internas te impiden conseguir el objetivo? miedo, inseguridad, desconfianza…

RECURSOS DISPONIBLES
¿Qué  recursos necesitas para alcanzar el objetivo?. Si tu objetivo es ir a trabajar a Inglaterra, seguramente un recurso necesario será saber hablar inglés.

PLAN B
¿De cuántas maneras alternativas puedes alcanzar tu objetivo?. Si no lo consigues a la primera no tienes por qué darte ya por vencido. Seguro que hay más vías para llegar al éxito, en este punto se trata de identificarlas.

Recuerda que…

Hoy es el día perfecto para dar el primer paso hacia tus sueños.

 

 

¿Pensando en las vacaciones? consejos para sacarles el mejor partido.

vacaciones

A las puertas del mes de agosto, son muchas las personas que eligen este mes para hacer las vacaciones de verano. Sea cual sea la época del año en el que las disfrutes e independientemente de si  trabajas, estudias o hagas otras cosas, ten muy presente que las vacaciones son necesarias.

Sea por unos días, semanas o todo el mes, las vacaciones nos permiten cambiar hábitos y rutinas y nos ayudan a descansar y desconectar de los problemas cotidianos.

Disponer de más tiempo para nosotros mismos nos permite realizar aquellas actividades que durante el resto del año hemos ido postergando, pero también son una oportunidad para mantener sano nuestro cerebro, si somos capaces de reducir el estrés, potenciar la creatividad y  liberarnos del reloj, permitiéndonos cierto punto de  improvisación.

En este post comparto contigo algunas reflexiones para ayudarte a aprovechar al máximo tus días de descanso y, en definitiva, para contribuir a mejorar la sensación de bienestar:

  • En primer lugar todos deberíamos tener más presente que  pasar las semanas esperando que llegue el sábado y el domingo, o esperar durante once meses que llegue el mes de vacaciones, no sólo es un desperdicio de nuestro tiempo, sino que además contribuye a idealizar las vacaciones y a generar demasiadas expectativas sobre esos días.

«La vida es demasiado corta como para ser feliz únicamente
unos pocos días al año»

Por ello mi primera reflexión  es que está muy bien hacer vacaciones, desearlas e intentar  aprovecharlas  pero, en la medida de nuestras posibilidades, también debemos intentar trasladar esa actitud al resto del año y ser capaces de encontrar con frecuencia breves espacios de tiempo para el disfrute , el relax y la desconexión.

  • Evita el estrés prevacacional. A todos nos gusta hacer vacaciones y dejarlo todo listo para la vuelta, pero este afán por dejar todo el trabajo listo antes de marcharnos, junto al miedo de dejar algo importante a medias, puede acabar derivando en crispación, estrés y malestar. Un malestar que de llegar a producirse, puede afectarnos durante los primeros días de vacaciones.

Para prevenir llegar a este punto, puedes poner en práctica estos consejos:
1.-Haz una lista con las tareas realmente importantes que debes dejar resueltas   antes de irte e intenta centrarte en ellas, el resto delégalas, teniendo claro quién  hará qué en tu ausencia. Si no puedes delegar, entonces haz otra lista de temas  pendientes.

2.-Intenta dejar todo ordenado: tu casa, tu espacio de trabajo… a través del orden físico también ordenarás tu mente y a la vuelta te resultará más fácil y menos caótico volver a coger el ritmo.

3.-Durante los días de vacaciones está muy bien que planifiques, organices excursiones y actividades… pero también es importante dejar espacio para la improvisación, para relajarse y descansar. Substituir el reloj de pulsera por el reloj biológico (hacer aquello que te pide el cuerpo) es una simple pero efectiva manera de recargar energía.

4.-Substituye las relaciones virtuales por las relaciones en carne y hueso. La tecnología y las redes sociales nos facilitan mucho las relaciones pero también está muy bien poder “desconectarse” de todo ello o, como mínimo, reducir su uso y concentrarlo solamente en un par de momentos al día.

  • No descuides la vuelta a la rutina. Si ajustas los horarios poco a poco y evitas finalizar tus vacaciones de forma abrupta, te será más fácil volver a la cotidianidad.

Y por último, recuerda que:

“La felicidad y el bienestar emocional, más que un deseo
es una determinación personal”.

Independientemente de elegir playa o montaña, viajar al extranjero o quedarse en casa, disfrutar de las vacaciones, y en general de la vida, en la mayoría de ocasiones es cuestión de actitud.

Seguimos en contacto a la vuelta de las vacaciones.

¡Gracias por ser y por estar!

¿Eres de los que dejas para mañana lo que puedes hacer hoy? Deja de procastinar.

procrastinar

«Trabajo hecho, no corre prisa.»
«A quién madruga Dios le ayuda»
«No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy»

Todos conocemos frases y refranes sobre la importancia de optimizar el uso del tiempo. A pesar de ello  todos, en algún  momento  u otro, nos hemos dedicado a tareas diferentes de las que inicialmente nos habíamos propuesto. En otras palabras, en algunas ocasiones procastinamos.

¿Cuántas noches antes de acostarte te has propuesto que al día siguiente madrugarías para ir al gimnasio y cuando suena el despertador, lo has apagado y has seguido durmiendo con la falsa promesa de “sólo 5 minutitos más”?.

¿Cuántas veces has empezado a ordenar el escritorio, limpiar la habitación o cualquier otra cosa, con tal de no ponerte a estudiar para un examen?

¿Quién no se ha conectado  alguna vez a Internet para buscar una información puntual y concreta y ha acabado navegando por páginas que no tenían nada que ver con lo que estabas buscando?.

¿Y que me dices de ese informe que lleva días en tu mesa esperando a que hagas una determinada gestión que no acabas de hacer porque «casualmente» acabas haciendo antes otras muchas cosas?

La procastinación, (dejar de hacer aquello que crees que tienes que hacer, por hacer otras cosas distintas) si se hace de forma puntual y aislada no supone mayor problema. La dificultad deriva de hacer de la procastinación un hábito, porque es obvio que si de forma frecuente  no nos dedicamos a hacer aquello que necesitamos o que nos conviene hacer, tarde o temprano  estaremos en aprietos o, por lo menos, bastante lejos de nuestros objetivos y en ambos casos el resultado es el mismo: nos sentimos mal.

Sin embargo, ese malestar no nos sirve de mucho y al cabo de unos cuantos días es muy probable que si eres una persona con tendencia a la procastinación, te acabe sucediendo lo mismo, una vez más.procrastinar2

El post de esta semana va destinado a compartir contigo  algunos trucos para combatir la procastinación. En realidad hay bastantes técnicas que pueden ayudarte a ser constante y firme en tus intenciones, para no acabar haciendo aquello en el realidad no deseas. Se trata pues, que elijas aquellas que más se adapten a ti.

No obstante, independientemente de por cual decidas empezar, siempre hay un primer paso que tienes hacer hacer sí o sí para vencer la inercia a la procastinación. Es algo tan sencillo y a la vez tan complicado como ser sincero con uno mismo al responder a la pregunta: ¿Por qué no lo estoy haciendo?

Muchas veces  postergamos hacer algo, sencillamente porque estamos huyendo de eso, de lo que significa o de lo que nos supone.  En otras ocasiones, la emoción que se oculta tras la procastinación es el miedo: miedo a fallar, a no hacerlo bien, a no cumplir expectativas propias o de terceros…

Muchas veces, la procastinación encuentra su origen en el sencillo hecho que se trata de temas que, en realidad, nos han sido impuestos y que hemos acabado asumiendo como temas nuestros a hacer por no saber decir un “no” a tiempo.

Sea cual sea tu caso,  el saber qué emoción motiva tu comportamiento, te ayudará a entenderte y a encontrar más fácilmente una solución.

Aun así, hay muchas otras herramientas que pueden ayudarte. Algunas de ellas son:

1.-Utiliza la Regla de los Dos Minutos. Esta regla viene a decir algo así como que si estás planificando una acción que se puede hacer en menos de dos minutos, no la planifiques; simplemente hazla.

2.-Escribe en una lista las tareas que deseas hacer y comprométete a hacerlas dentro de un plazo. Anota también todas aquellas cosas que acabas haciendo  y que no habías previsto. Luego dedícale atención  a identificar qué cosas te están “robando” el tiempo ( mirar el móvil, responder whatsApps, consultar los correos,  picar algo de comer entre horas…)

3.-Fragmenta las tareas duras o difíciles. Un buen truco consiste en dividir en minitareas una tarea más compleja y plantearte hacer de una en una.  Muchas veces cuando nos planteamos hacer solo una parte, al final acabamos haciendo todas las demás, porque lo que sucede es que cuando llegas a conectar con la tarea que estás haciendo, el freno mental desaparece y coges inercia para finalizarla.

4.-Consolida rutinas. Aunque las rutinas no son siempre deseables, lo cierto es que interioritzar  hábitos y  rutinas nos puede ayudar a incorporar  determinados comportamientos en nuestro día a día.

5.-Toma decisiones. Muchas veces las tareas quedan pendientes simplemente porque no te apetece tomar una decisión.

6.- Pon en práctica decir “no”. Muchas de las tareas que acabamos posponiendo se deben a que en realidad  son compromisos que hemos asumido por no saber negarnos a tiempo.

7.- Busca tu mejor momento. Hay gente que prefiere madrugar y empezar el día haciendo cosas, otras personas tienen más energía y vitalidad por la tarde o por la noche. Conócete a ti mismo y aprovéchate de ello.

8.-Recompénsate. La idea de celebrar los logros es algo recurrente en este blog. Cuando termines esa tarea que se resiste, premiate con algo que realmente te compense. No es necesario que siempre sea algo material, puedes  optar por un baño relajante, un paseo por el parque, un ratito para escuchar música o cualquier otra actividad que te produzca bienestar.

Y recuerda:

«Aplazar una cosa fácil, hace que sea difícil. Aplazar una cosa difícil hace que sea imposible”. (Goerge Claude Lorimer).

Si te apetece profundizar un poco más, te recomiendo que escuches  a Tim Urban en esta divertida charla TED. (para acceder al vídeo pulsa aquí )

 

El «Síndrome de la rana hervida»: ¿eres de los que saltan o de los que se cuecen?

rana hervida

Imagina por un instante una olla con agua hirviendo, ¿qué crees que sucedería si echases una rana en su interior? . Al primer contacto de su piel con el agua caliente, la rana percibe el peligro e instintivamente salta al exterior. Por el contrario, si el agua está templada y le aumentas la temperatura de forma gradual,  la rana puede llegar a cocerse y morir sin apenas ser consciente de ello, pues para cuando la situación le resulte insoportable, ya estará demasiado aturdida y debilitada para escapar.

Esta metáfora se basa en la historia escrita por Olivier Clerc  y ha servido de ejemplo e inspiración para otros muchos autores para explicar de una forma muy sencilla y amena, el impacto que la falta de visión y de conciencia puede llegar a tener en nuestra vida.

Las personas solemos actuar de forma parecida a la rana de la metáfora. Nos resulta fácil identificar y rechazar una cosa que irrumpe en nuestra vida haciendonos daño, de la misma manera que la rana sabe saltar cuando  toca el agua por primera vez y le quema.

Sin embargo, al igual que ella, somos capaces de aguantar situaciones hasta límites que ni imaginábamos y nos amparamos en múltiples excusas para prolongar situaciones que nos están produciendo un verdadero malestar profundo. En otras palabras, nos acomodamos a determinadas situaciones autoengañándonos y evitando afrontar con determinación y valentía eso que nos daña.

Cuando aguantamos un trabajo mal pagado que no nos motiva y nos estresa, cuando mantenemos una relación sentimental porque simplemente nos hemos acostumbrado a la otra persona, cuando miramos impasibles noticias que, por enésima vez, nos muestran los horrores de las guerras…estamos sufriendo el «Síndrome de la rana cocida» : estamos adquiriendo comportamientos, actitudes y hábitos que nos alejan de nuestros objetivos, nos provocan apatía e insatisfacción, incluso pueden llegar a afectar nuestra salud (dolores de cabeza, contracturas musculares, estrés, depresión, ansiedad…)

¿Por qué no reaccionamos?

El miedo y/o  la comodidad suelen ser los principales motivos. Salir de nuestra zona de confort nos resulta difícil y aunque sepamos que el cambio puede sernos muy beneficioso, la realidad es que en muchas ocasiones nos produce pereza.

(Si quieres saber más sobre cómo salir de la zona de confort y aun no has visto el post anterior “¿Te atreves a sonar?”, este puede ser un buen momento para hacerlo,  apretando aquí).

¿Cómo podemos evitar cocernos en una olla con agua hirviendo?

Ya sabemos que las fórmulas mágicas y las recetas maravillosas no existen. La mejora personal  va acompañada sí o sí de implicación, compromiso y responsabilidad. La mejor manera para evitar cocernos, sin duda es no quererlo, y ser coherente con ello.

Aquí te apunto 4 herramientas que pueden ayudarte a ello:

1.- Trabaja tu autoconciencia:
Conoce tu “yo real”, no aquello que deseas ser sino quien eres en realidad. Repasa tus rutinas, tus hábitos, tus costumbres arraigadas con atención y distingue aquello que haces porque te aporta valor, de aquello que acabas haciendo  por pura inercia.

2.-Pon límites:
Identifica claramente cuales son tus líneas rojas. Aquello que no estás dispuesto a tolerar pase lo que pase. Alinea esos límites a tus valores y una vez los tengas bien definidos, debes mantenerlos sin excusas.

3.- Planifica:
Visualiza qué vida deseas, márcate unos objetivos asumibles a alcanzar y valora si lo que haces te acerca o te aleja de ellos.

4.-Actitud positiva:
Una misma realidad puede verse desde muchas ópticas distintas. En ocasiones nuestro único margen de maniobra es cambiar nuestra actitud y nuestra forma de ver una  situación y sucede que cuando nos tomamos las cosas de otro modo, aun siendo las mismas, el efecto que produce en nosotros es totalmente diferente.

¿Ya sabes de qué olla estás dispuesto a saltar?

 

Hábitos y rutinas (2ª parte)

En el post anterior se explicaba qué son las rutinas  y los hábitos y  qué pueden aportar de positivo y de negativo a nuestras vidas. El post de esta semana se centra en enseñar cómo podemos crearlos o modificarlos.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que no existen  fórmulas mágicas, ni recetas milagrosas. Cualquier modificación de un hábito implica sí o sí, esfuerzo y constancia.

En muchos lugares se dice que en 21 días ya puedes crear un hábito. En la práctica, crear un hábito puede llevar algo más de tiempo. Según un estudio de la University College London publicado en 2009, la creación de un hábito oscila ente 18 y 254 días, según la persona, siendo el promedio más habitual 66 días.

El segundo elemento que hay que tener presente es que crear o modificar un hábito requiere compromiso y motivación. De nada sirve, por ejemplo, que el médico nos diga que tenemos que perder peso o dejar de fumar, si interiormente no tenemos el convencimiento de que eso tiene que ser así. Si no estamos suficientemente motivados mejor no empezar, pues difícilmente alcanzaremos nuestro objetivo y ello nos provocará mayor frustración y malestar.

El tercer elemento a considerar es que si somos muy ambiciosos y nos proponemos muchos cambios a la vez, lo más probable es que nuestra energía se disperse demasiado y no acabemos alcanzando ninguno de ellos. En este sentido, resulta mucho más efectivo proponerse objetivos realistas y priorizarlos, focalizando nuestro esfuerzo en una sola cosa a la vez. En este caso, la frase ”divide y venderás” da resultado.

Pasos para cambiar o crear un hábito.

1.- Saber qué quieres conseguir: ponle nombre, descríbelo,  exprésalo en palabras. Cuanto más definido lo tengas, más fácil te resultará el resto. Yo, por ejemplo quiero incorporar en mi vida el hábito de beber más agua, pero dicho de esta manera, no me resulta útil por eso debo concretarlo más: quiero beber dos litros de agua al día (lo que equivale a 8 vasos).

2.-Definir una estrategia: o lo que es lo mismo, concretar aquello que haremos para alcanzar nuestro objetivo. Siguiendo con el ejemplo anterior, yo para crearme el hábito de beber más, he empezado a llevar un botellín de agua en el bolso, justo antes de cada comida me lleno un vaso de agua y durante el día me pongo una alarma en el móvil para recordarme que cada 3h he de beber agua. En el caso de querer modificar un hábito ya adquirido, también es importante identificar que situaciones nos pueden llevar a recaer en ese hábito. Por ejemplo, si tenemos la costumbre de fumar un cigarro haciendo la sobremesa después de comer, lo mejor es que después del postre nos levantemos de la mesa y nos desplacemos a otro lugar. También podemos aprovechar para hacer un anclaje con otro hábito, como por ejemplo, substituir el cigarro por una infusión. En este punto puede ser de gran ayuda contar con apoyos en nuestro entorno, personas de nuestra confianza que nos animen, nos reconozcan el esfuerzo y con los que podamos hablar de nuestros avances.

3.-Monitorizar los resultados: Resulta muy útil trabajar un hábito indicando en un calendario nuestros avances, basta con que al finalizar el día marquemos de algún modo si hemos conseguido o no nuestro objetivo. Utilizar un círculo o una cruz puede ser suficiente, pero si lo prefieres también puedes usar colores. En el caso de trabajar con niños suele ser más motivador utilizar pegatinas y dejar que sean ellos quienes las enganchen. Los días que no hayamos podido realizar nuestro propósito vale la pena dedicar unos minutos a reflexionar sobre el motivo y pensar qué haremos para evitar que suceda nuevamente.

4.- Celebrar los logros. Después del esfuerzo bien nos merecemos una recompensa!. Adquirir el propio hábito ya es un gran premio, pero es mejor reforzarlo y no necesariamente tiene que ser con algo material, podemos regalarnos, por ejemplo, un baño relajante con espuma, una frase de autoestima ante el espejo…en el caso de los niños el sincero reconocimiento positivo de los padres ya es una gran recompensa.

Y por último, ten siempre presente la frase de Confucio:

“no importa lo lento que vayas mientras no te detengas” 

¿Ya tienes definidos tus propósitos para el nuevo año?

Autor: Oliver Calvo
Autor de la imagen: Oliver Calvo

Muy pronto brindaremos por el inicio de un nuevo año, pero ¿qué significa para ti empezar un año nuevo?.

Cualquier día es el ideal para proponerse un reto, para fijarse un objetivo, para establecerse un propósito, pero es frecuente que muchas personas elijamos diciembre para evaluar el año que finaliza e imaginar como deseamos que sea el que empieza.

Dejar de fumar, hacer más deporte, ver más a los amigos, dedicarnos más tiempo a nosotros mismos, encontrar pareja o volver a estudiar… suelen ser los deseos que encabezan las listas de muchas personas, pero la realidad es que pocas semanas después esas mismas personas vuelven a fumar igual, dejan de ir al gimnasio, sus agendas siguen igual de apretadas que siempre y no hacen nada distinto por conocer a nuevas personas.

Aquí tienes 6 preguntas que te pueden ayudar a conseguir que tus propósitos no sean sólo eso (propósitos) y se acaben volviendo realidad.

1- ¿Se trata realmente de un propósito que quieres cumplir haciendo el esfuerzo necesario o es sólo un deseo o un sueño que tienes?
Sé sincero contigo mismo, la peor mentira es la que te haces a ti.

2- ¿Está en tu mano conseguir tu propósito o depende de los demás?
Sé realista. Tu bienestar es demasiado valioso para dejarlo en manos de otros. Si alcanzar tu propósito no depende en gran parte de ti, sustitúyelo.

3-¿De todos tus propósitos cuales son los realmente importantes para ti?
Prioriza. Puedes tener muchas ideas pero recuerda que sólo tienes dos manos.

4-¿Qué, cómo y cuándo vas a hacer lo necesario para alcanzar tu propósito?
Planifica. Haz de tus propósitos un hábito e incorpóralos en tu día a día.

5-¿Qué puedes aprender de los fallos?
Supérate. No te justifiques, ni busques culpables para abandonar y acepta el error como parte del camino.

6-¿Qué vas a hacer cuando consigas tu propósito?
Prémiate. El primero en quererte y cuidarte debes ser tú mismo.