El síndrome del impostor

  • ¿Piensas que tus logros se deben a la suerte más que a tu talento y esfuerzo?
  • ¿Te incomoda recibir halagos y reconocimientos cuando alcanzas un éxito?
  • ¿Sientes que no estás a la altura de las ocasiones y que no mereces lo que has conseguido?

Si es el caso, puede que sufras el síndrome del impostor, un fenómeno psicológico acuñado por las psicólogas clínicas, Pauline Clance y Suzanne Imes a finales de los años 70, tras observar que muchas personas con éxito profesional, se sentían inseguras y poco preparadas para desarrollar sus trabajos.

Aunque no se considera una enfermedad ni tiene un diagnóstico clínico oficial, casi 4 décadas después de que se hablara de ello por primera vez, muchas personas en algún momento de sus vidas padecen este trastorno que distorsiona la realidad, perdiendo  calidad de vida y bienestar.

¿En qué consiste?

El síndrome del impostor provoca dificultad para interiorizar los logros que vamos alcanzando y, de algún modo, nos hace sentir que somos un fraude para los demás. Las personas que padecen este síndrome internamente tienen dificultades para interiorizar su propio éxito, creen que otras personas lo podrían hacer mucho mejor y que en las próximas veces que se enfrenten a tareas similares van a fallar.
Esta inseguridad genera ansiedad y una tendencia al perfeccionismo para evitar defraudar a los demás. Un perfeccionismo que en el ámbito laboral puede acabar generando adicción al trabajo.

¿Cómo identificarlo?

Las causas son diversas y nuestra sociedad tampoco lo pone fácil. Las redes sociales nos muestran la cara feliz y exitosa de la gente, pero no se habla con la misma naturalidad de los fracasos y errores, como parte del camino que nos ayuda a avanzar.

Las personas sabemos dónde están nuestras carencias, pero no vemos las de los demás. Siempre nos parece que el resto está mejor preparado que nosotros.

Cristina Rimbau

Sentir miedo a fracasar, tener un diálogo interno negativo, obsesionarse por los errores del pasado, dudar de las propias capacidades de forma habitual y buscar la perfección en todo lo que se hace, son indicadores a tener en cuenta.

¿Cómo superar esta limitación?

Darnos cuenta de que las cosas no se consiguen a la primera y que caernos no solo no nos hace débiles, sino que nos puede ayudar a mejorar, es el primer paso.

Cuidar el modo de hablarnos a nosotros mismos también es fundamental. “No puedo”, “no soy capaz”, “no me lo merezco” son mensajes negativos auto limitantes. Hay una gran diferencia entre decirnos “no puedo hacer esto” y decir “todavía no lo puedo hacer”. Empieza por hablarte a ti mismo del mismo modo que le hablarías a la persona a la que más quieres.

Evita las personas tóxicas que de forma sistemática dudan de tus capacidades y rodéate de aquellas personas que suman, que apoyan y que si tienen que hacer una crítica, la hacen de forma respetuosa y constructiva. En muchas ocasiones no podemos alejarnos físicamente de esas personas nocivas, pero sí tenemos el poder de no dar valor a sus comentarios e ignorar cualquier comentario hiriente.

Compararnos con los demás de manera objetiva. Las comparaciones son inevitables, al compararnos buscamos referencias para saber si vamos en la dirección adecuada. Sin embargo, tendemos a hacerlo de forma sesgada, únicamente fijándonos en las personas que lo hacen mejor. Tener referentes de los que aprender puede ser muy enriquecedor, pero si solo nos fijamos en ellos y perdemos de vista el conjunto, siempre tendremos la sensación de no ser lo suficientemente buenos.

Cuando nos comparemos con otras personas en cualquier ámbito de nuestra vida, conviene tener una mirada amplia de conjunto y no únicamente fijarnos en nuestros ideales o referentes.

Explorar nuestros propios talentos, descubrir aquello que nos apasiona y se nos da bien y compartirlo con los demás, ayudando a otras personas que están aprendiendo, nos ayudará a reforzar nuestra autoestima y nos aportará el bienestar que produce ayudar a otras personas.

Y, por supuesto, si es necesario, pide ayuda. Hay muchísimos profesionales muy bien preparados que en un momento dado nos pueden ayudar en el proceso de ser la mejor versión de nosotros mismos.

Libros de inteligencia emocional y crecimiento personal

Un buen libro no termina nunca, se esconde dentro de nosotros.

Hay libros que nos entretienen, otros nos despiertan la curiosidad y alimentan nuestra imaginación. Muchos libros que leemos los acabaremos olvidando con el paso del tiempo, pero hay algunos que a medida que los leemos nos transforman internamente y algo de ellos nos acompaña para siempre.

Hoy, 23 de abril, día Mundial del Libro, comparto con todos a los que os guste la lectura y el crecimiento personal, algunos de los libros que considero muy recomendables y que yo he disfrutado leyendo:

Espero que os sean de provecho en vuestro viaje personal de autoconocimiento y os animo a hacer esta lista mucho más larga con vuestras recomendaciones en los comentarios.

Feliz día del libro!!

Aceptar, agradecer, disfrutar y dejar ir ¿qué nos conviene en cada momento?

 
La vida no siempre es sencilla y tomar decisiones no siempre resulta fácil. Sin duda tener claros los objetivos y las prioridades ayuda mucho, pero aun así no siempre tenemos las herramientas óptimas para saber qué es lo que más nos conviene.

Esta matriz puede parecer muy simple, pero es justamente en su simplicidad donde reside su eficacia. Aceptar, agradecer, disfrutar y dejar ir, 4 verbos que bien aplicados nos pueden ayudar a decidir con qué actitud afrontar muchas situaciones de nuestro día a día.

 

 

Placer y culpa, dos caras de una misma moneda



¿Quién no ha sentido culpa alguna vez por saltarse un entrenamiento en el gimnasio, por comer unos dulces de más, por dar una excusa inventada a alguien, por quedarse más tiempo de la cuenta en la cama o por darse un capricho más caro de lo previsto?.

La culpa es una emoción que pertenece a la familia de las emociones negativas, pero que sea negativa (desagradable de sentir) no quiere decir que sea mala, todas las emociones tienen su utilidad. En el caso de la culpa, esta nos hace conscientes de que algo hemos hecho mal para facilitar el intento de repararlo. La culpa tiene pues una función de facilitar nuestra adaptación al entorno.

Sin embargo a veces también nos sentimos culpables sin razón objetiva, generando en nosotros un malestar innecesario provocado por los remordimientos. En estas ocasiones la culpa no solo no tiene ninguna utilidad sino que además nos perjudica.

Aprender a conocer y gestionar la culpa es el primer paso para pasar página y no quedarnos atrapados.

Lo primero a tener en cuenta es que no todos experimentaremos culpa ante las mismas cosas. La culpa tiene mucho que ver con nuestro mapa de creencias, con nuestros valores y también con aquellos mensajes que recibimos en nuestro entorno. La sociedad actual también contribuye a que nos sintamos culpables. El canon de belleza es muy estricto y el éxito suele medirse por el nivel de productividad y por nuestra capacidad de alcanzar metas y objetivos.

Por todo ello, las personas exigentes, perfeccionistas y aquellas que desean siempre contentar a todos son más propensas a experimentar la culpa, porque, de alguna manera, inconscientemente llegan a creer que no se merecen disfrutar o temen volverse indulgentes consigo mimas y perder en control.

En la vida los momentos de placer son tan necesarios como los momentos de esfuerzo.

Cuando sentimos placer, cuando disfrutamos con algo, nuestro cerebro segrega endorfinas, también llamadas hormona de la felicidad, pues nos produce bienestar.

Sin embargo una vida entregada a la búsqueda del placer constante a la larga también nos conduce al sufrimiento, pues de alguna manera alcanzar el placer inmediato que nos puede producir una determinada actividad, con el tiempo nos puede volver dependientes y esclavos (la ludopatía, el consumo de drogas, comer de forma compulsiva son algunos ejemplos extremos de ello).

La clave, una vez más, está en tomar conciencia. Cuando tomas conciencia, eliges vivir la vida desde la responsabilidad y como persona responsable de ti misma, eliges libremente en cada momento las decisiones que deseas tomar, sin dejarte llevar por la búsqueda del placer inmediato si sabes que a la larga esa cosa  te perjudica, pero tampoco renuncias a esos momentos que, sin hacer daño a nadie, disfrutas de la vida.

Ideas que nos pueden ayudar:
1.- Haz una lista de pequeños placeres cotidianos que puedas incorporar a tu día a día. No hace falta que sean ostentosidades, por ejemplo puede ser tomarse una taza de té a media tarde, darse una ducha caliente antes de irse a dormir, no usar el despertador el fin de semana…
2.- Rompe la rutina. Está muy bien tener unos hábitos y seguir unas rutinas pero de vez en cuando también es recomendable ser flexible y salirse un poco de ellas.
3.- Elige muy bien con quién compartes tu placer. No todas las personas nos entienden igual ni se alegran por nosotros del mismo modo. Para evitar que alguien nos amargue un momento placentero y nos haga sentir culpables, es importante saber elegir a quien le explicamos nuestras cosas.

Recuerda que…

La culpa es causada por un exceso de pasado y una falta de presente.
Eckhart Tolle

Saciar con palabras el hambre de piel

¿Cuándo ha sido la última vez que has compartido tus sentimientos con alguien importante para ti?
¿Recuerdas la última vez que le has dicho a alguien cuanto la valoras y cuanto la quieres? un hijo, un padre, un amigo…

Existen muchos estudios científicos que demuestran la importancia del contacto físico y los numerosos beneficios de las caricias y los abrazos para nuestro bienestar emocional. Algo que todos estamos pudiendo comprobar en la situación actual, donde el confinamiento en casa y el distanciamiento social han sido y siguen siendo las principales armas para hacer frente a la pandemia del Coronavirus.

Los abrazos han sido substituidos por un leve roce entre codos y los besos por la búsqueda de una mirada amiga en rostros ocultos tras mascarillas. Los niños no pueden jugar con sus amigos, las relaciones laborales se vuelven  más distantes y las vídeolladamas y los mensajes de whatsApp sustituyen a los cafés y las cervezas con los amigos.

La necesidad manda, nada que objetar, pero son momentos como los actuales en los que la comunicación interpersonal personal adquiere si cabe mayor valor, pues es a través de las palabras que debemos saciar nuestra hambre de piel.

Sin embargo ni todas las palabras significan lo mismo ni todas las conversaciones nos satisfacen igual, por ello en estos momentos debemos ser  más cuidadosos en la forma y el modo en que nos expresamos y en nuestra manera de relacionarnos.

5 niveles de comunicación

Unas de las metáforas más recurrentes en crecimiento personal es la del Iceberg, en la que la parte del hielo que emerge sobre el agua equivale a lo consciente , lo que mostramos, lo que apreciamos,  mientras que la parte sumergida representa lo íntimo, lo profundo, nuestra parte más interna y, seguramente también la más genuina y auténtica.

Esta metáfora es igualmente de válida para entender los 5 niveles de comunicación.

El nivel 1, es el más superficial, en el que no hay ni se busca ningún tipo de compromiso. Hablar del tiempo, es quizás el ejemplo más frecuente de este nivel de comunicación.

El nivel 2 también está dentro del ámbito de la comunicación superficial. En este caso, la atención se sitúa sobre terceras personas. Hablar de la vida de famosos o de otras personas que no están presentes formarían parte de este nivel de comunicación.

El nivel 3 es intermedio. Cuando hablamos de nosotros mismos, cuando hablamos de lo que nos gusta, de nuestras aficiones o nuestras preferencias, nos situamos en este tercer nivel. Todavía forma parte del ámbito superfluo (la parte del iceberg que emerge del agua), sin embargo las conversaciones del nivel 3 nos nuestra más accesibles a los demás.

Los niveles 4 y 5 son los más profundos  y se dan cuando hablamos de cómo nos sentimos con nosotros mismos (nivel 4) o de cómo nos sentimos respecto a la persona con quien se habla (nivel 5)

En los momentos en que el contacto físico no es posible o es muy limitado, cuando no podemos expresar con gestos el aprecio hacia la otra persona, las conversaciones de 4º y 5º nivel se vuelven todavía más necesarias.

Avanzar paso a paso

De la misma manera que un buzo no puede sumergirse a gran profundidad de golpe, pasar de un nivel a otro requiere un avance gradual, y aunque las conversaciones de 4º y 5º nivel no se producen a diario, es muy recomendable propiciarlas con cierta regularidad con las personas que son realmente importantes para nosotros.

Verbalizar a alguien lo mucho que nos importa o reconocer cuanto nos gusta o valoramos algún aspecto de su forma de ser  hará que nos sientan más cerca y reforzará la relación.

Recuerda que:

La forma en que nos comunicamos con otros determina la calidad de nuestras vidas.-Anthony Robbins.

Parar para seguir. Como superar la adición al trabajo durante el confinamiento

 

Hay muchas clases de adicciones y la adición al trabajo es una de ellas. En nuestra Sociedad estar muy ocupado y no disponer casi de tiempo libre está sobrevalorado. Y aunque el trabajo es sólo un ámbito más en la vida de una persona, en muchas ocasiones, es justamente en el trabajo donde más tiempo y energía se invierte.

Reuniones, correos electrónicos,  mensajes y listas interminables de tareas pendientes ocupan la mayor parte del tiempo y así, subidos en una especie de rueda de hámster, vamos siempre corriendo a la misma velocidad que también corren los días, los meses y los años.

Pero de repente, llega un día en que la Vida nos da una lección de humildad y nos muestra, con la misma crueldad que le reflejo de un espejo, que ni todas las cosas son tan urgentes como nos pensábamos, ni que son tantas las cosas verdaderamente importantes en la vida de una persona.

La situación de confinamiento en que se encuentra sumido gran parte del planeta por evitar la propagación y contagio de un virus con nombre que recuerda a la mascota de las olimpiadas de Barcelona 92, nos empuja a bajar drásticamente toda nuestra actividad y nos obliga a guardar aislamiento. Y aunque no hacer nada pueda parecer sencillo, lo cierto es que para un adicto al trabajo, no lo es.

Si eres de las personas que necesitan estar siempre activas, si tienes dificultad para delegar, si sufres habitualmente de tensión muscular y necesitas tener bajo control todas tus tareas, estar en situación de confinamiento puede llegar a generar estrés emocional.

Recomendaciones para hacer más tolerable la situación de confinamiento:

  • Márcate una rutina para mantener cierto orden mental y sensación de normalidad.
  • Aprovecha para hacer esas cosas que siempre has querido hacer en casa y que no has hecho por falta de tiempo (leer ese libro pendiente, ordenar fotos, hacer estiramientos..)
  • Evita estar constantemente pendiente del móvil. La mayoría de los mensajes no son relevantes y solo sirven para desviar tu atención.
  • Si haces teletrabajo, márcate un horario y delimita muy bien la zona de trabajo de la que no lo es.

Hay un momento para cada cosa y cada cosa tiene su momento.

Todos deberíamos aprender de esta experiencia e intentar sacar algo positivo de todo ello. Por ello, aunque no sea fácil, esta situación nos brinda la ocasión para explorar en nuestro interior, redefinir nuestras prioridades, potenciar nuestra creatividad y disfrutar de las pequeñas cosas que compartimos con quienes realmente queremos.

El presente es siempre el mejor momento para dejar de mirar afuera y empezar a vernos por dentro.

SOS, ¿qué hacer cuándo los hijos acaban el cole?

Entre el 20 y el 22 de junio, en el hemisferio norte del planeta celebramos el inicio del verano y con él, miles de estudiantes acaban del curso y empiezan las tan deseadas vacaciones de verano.

Pero lo que para ellos es motivo de alegría y diversión, para madres, padres (y en muchos casos también abuelos), supone un gran esfuerzo de energía y planificación, especialmente si se trabaja fuera de casa.

Y es que la conciliación de la vida familiar y la profesional no siempre es fácil y durante casi los tres meses de vacaciones de verano que tienen los peques aun menos, por eso saber qué hacer  con los hijos cuando ya no hay cole, se convierte en todo un reto.

Sea cual sea tu caso y la opción que hayas elegido (casales, campamentos, canguros, quedarte tú con ellos…) conviene tener algunas ideas claras. En este post encontrarás las que me parecen más destacadas:

  1.  Felicita la conducta, no los resultados.
    La recogida de notas es un momento para valorar como ha ido el curso y muchas veces caemos en el error de tener en cuenta únicamente los resultados. Afortunadamente cada vez más las notas no se corresponden únicamente con la puntuación de un examen y también se tienen en cuenta otros factores como la actitud. Más allá de si tu hijo saca un excelente o un aprobado justo, es importante reconocer y valorar su comportamiento, si se ha esforzado y si ha puesto empeño. Una buena nota conseguida con la ley del mínimo esfuerzo no debería tener el mismo reconocimiento que un aprobado hincando codos.
  2. Limita la exposición a las pantallas
    Todos sabemos que las pantallas son un gran reclamo para ellos. Tabletas, móviles, consolas, televisión… pueden llegar a absorberles si no se les limita el tiempo de exposición. Aprovecha la luz del sol y las buenas temperaturas para proponer a tus hijos actividades al aire libre. No sólo les servirá para entretenerse, también para hacer ejercicio y relacionarse con nuevos amigos.
  3. Controla los hidratos
    Los hidratos de carbono, también llamados glúcidos o azúcares, son macronutrientes que tienen como principal función aportar toda la energía necesaria al organismo de manera inmediata, pero como todo en exceso, el abuso es malo. Y aunque el veranito invita a comer más helados y refrescos azucarados, el abuso de azúcar puede tener graves consecuencias en la salud de los peques y no sólo me refiero a sobrepeso. Aprovechemos la dieta mediterránea y saquemos «todo el jugo» a la variedad de frutas de verano, para consumir productos saludables (en Internet encontrarás multitud de recetas).
  4. Evita la anarquía de horarios
    Ya sabemos que en vacaciones los horarios se vuelven más flexibles, pero recuerda que tu hijo sigue en periodo de crecimiento y tanto su cuerpo como su cerebro necesitan horas de sueño, por eso asegúrate que descansa las horas necesarias.
  5. Hazles sentir útiles
    Estar de vacaciones no es sinónimo de no hacer nada, por ello negociar pequeñas tareas diarias no sólo les servirá para entretenerse un rato sino también para contribuir con el funcionamiento de la casa. Comprar el pan, hacer su cama, poner la mesa o ayudar a lavar los platos son tareas que, adaptadas a cada edad, les ayudará a sentirse útiles.
  6. Disfruta de ellos
    ¿Qué es lo más quieres en esta vida?…pues eso, intenta priorizar para encontrar cada día un ratito para disfrutar de tus hijos.

 

FoMO: Adictos a las pantallas

La tecnología  nos mantiene conectados permanentemente con nuestro entorno. Contactar con alguien que vive lejos o saber en tiempo real lo que está pasando en la otra punta del mundo ahora es posible gracias a la tecnología y las redes sociales.

Nadie cuestiona las múltiples ventajas que la tecnología y las redes sociales  aportan a nuestra vida: acceso a la información, conocer personas, entretenimiento, ocio y diversión son solo algunos ejemplos. Lo que antes podía suponer horas incluso días de búsqueda, ahora está a nuestro alcance con un simple clic.

¿ La tecnología y las redes sociales son tan maravillosas como nos las pintan?
Como sucede en la mayoría de las cosas, que sean perjudiciales o beneficiosas no depende tanto de ellas mismas, sino más bien del uso que les acabemos dando. En este sentido, las redes sociales no son un excepción y el mal uso o abuso de ellas puede llegar a tener graves efectos sobre nuestra salud y sobre nuestra felicidad.

FoMO (fear of missing out.) es la palabra inglesa que se utiliza para referirse al “miedo de perderse algo” una nueva forma de ansiedad surgida tras la popularización del móvil y las redes sociales, una necesidad compulsiva de estar conectados. Facecook, twiter, instagram, whatsApp, noticias…es igual, la cuestión es no perderse nada.

El móvil se ha convertido en una pieza imprescindible para salir de casa, tan importante como llevar la cartera o las llaves. Sin él sentimos que nos falta algo, que estamos expuestos, que somos más vulnerables y lo que es peor, sentimos que estamos desconectados. Tal es la importancia que le damos a estar conectados, que priorizamos mirar el móvil a la conversación que podamos tener con la persona que tenemos al lado. En los restaurantes, en el parque, incluso caminando por la calle, cada vez son más las personas que están más pendientes de hacerse un selfie  que de disfrutar de lo que les está pasando en la vida real.

Aunque en un principio esta necesidad compulsa de tener el móvil cerca y consultarlo con frecuencia se da mayormente en personas entre 18 y 33 años, lo cierto es que cada vez el rango de edad es mayor y cada vez hay más casos de adición a las pantallas.

Hoy en día se tratan las adiciones a las redes sociales con la misma medicación que la adicción a la cocaína” (Marian Rojas Estapé)

A partir de los 9-14 empieza la preadolescencia y con ella emociones como la frustración. Por ello es frecuente que los jóvenes en estas edades busquen vías de escape: la comida, la moda, los amigos, el alcohol…y ahora también las redes sociales.

Para muchos jóvenes, es más fácil compartir lo que les pasa con desconocidos en la red que compartir lo que sienten con su círculo más cercano. El problema de ello, a parte de la adicción y el deterioro de las relaciones reales, es la percepción distorsionada de la realidad: en las redes sociales las personas exponen solo aquella parte de su vida que les interesa, aquello que les funciona, que marcha bien, pero nadie cuelga fotos cuando tiene un problema, cuando fracasa, cuando no consigue lo que pretende o cuando se levanta con mala cara y de mal humor.

Con frecuencia en redes sociales se vende una imagen de lo que se desearía ser pero que no siempre se es.

Cuando alguien recibe todo ello y no es capaz de observarlo desde la distancia, es fácil caer en la comparación y sentirse más infeliz y  más frustrado al comparar su vida con la “falsa realidad” que las redes sociales ofrecen.

Consejos para no volverse una víctima del FoMO:

  • Limita el uso de las pantallas. Toma conciencia de cada vez que consultas el móvil y de cuanto tiempo le dedicas al día.
  • Prioriza las relaciones en persona.
  • Potenciar otras aficiones como la lectura, el cine, la música…
  • Estimula el deporte y las actividades en equipo.
  • Estimular la comunicación y el diálogo en tu círculo más cercano de amigos

Tecnología e hijos adolescentes:

  • El poder del ejemplo. Si queremos que nuestros hijos hagan un uso adecuado de las pantallas debemos empezar dando ejemplo. Una buena alternativa es reunirse y redactar un contrato familiar con el código de conducta ante las nuevas tecnologías, que sirva para todos.
  • Establece junto a tus hijos reglas consensuadas para navegar por Internet. Para que las reglas sean asumidas por el adolescente no se deben imponer, sino que hay que lograr un acuerdo mutuo.
  • Habla con tus hijos sobre sus hábitos de uso de Internet. Es esencial conocer y comentar con ellos cómo y para qué usan Internet. Es habitual que los hijos tengan mayor conocimiento de ciertas herramientas o aplicaciones de Internet que los padres. Hay que darles la oportunidad de que sean ellos quienes nos enseñen para qué sirve una determinada aplicación, qué ventajas tiene y cómo se utiliza. Por un lado, explicar las ventajas y usos de una determinada herramienta les obliga a ordenar su pensamiento y analizar aquello de lo que nos quieren convencer. Por otro, creamos un buen clima de confianza y respeto mutuo compartiendo conocimientos y conversación.
  • Deja que naveguen sólo cuándo haya un adulto en casa y  preferiblemente coloca el ordenador en el salón o zona de uso común.
  • Procura conocer los contactos y contraseñas de las cuentas de correo de tus
    hijos, al menos hasta que tengan dieciséis años.
  • Navega y chatea de vez en cuando con tus hijos, así podrás conocer sus hábitos y preferencias y crearás un clima de mayor confianza entre vosotros.
  • Evita que se conecten a Internet por la noche, especialmente a los chats. Se sabe que el 30% de los menores que chatean en Internet recibe algún tipo de provocación (sexual, de sectas o de incitación a conductas peligrosas).
  • Fija objetivos y tiempo para navegar por Internet. Permitirles que pasen conectados un tiempo ilimitado, navegando sin un objetivo fijo, puede producir fácilmente diversos problemas. Establece también un límite de tiempo de la conexión.
  • Utiliza  sistemas de protección  para evitar el acceso a páginas no apropiadas para menores. En la propia red encontrarás páginas en las que puedes descargar estos programas de protección infantil.
  • Ofrece alternativas de ocio y tiempo libre en familia y motivarles para que se impliquen en ellas. Cuanto mejor se lo pasen en familia menos necesidad tendrán de conectarse.

Triángulo Dramático y Relaciones Insanas

¿Alguna vez has tenido la sensación que se estaban aprovechando de ti?.
¿Eres de las personas a las que les cuesta decir «no» cuando le piden un favor?.
¿Piensas que la gente es como es y que no puede cambiar?.

El ser humano, como especie, necesita el contacto y la relación con los demás. Los amigos, la familia o la pareja suelen ser los círculos más cercanos, pero más allá de las relaciones  personales, a lo largo del día interactuamos con muchas más personas. La pregunta es ¿lo hacemos siempre de la mejor manera?, tristemente la respuesta es no.

Muchas de nuestras relaciones responden a patrones insanos que acaban provocando en nosotros sensaciones y pensamientos como los que te planteaba en las preguntas con las que abría este post.

El análisis transaccional estudia la personalidad, las relaciones humanas y la manera de comunicarnos con los demás. Aunque su origen se remonta a los estudios del médico y psiquiatra Eric Berne de mediados del siglo pasado, hoy en día sus aportaciones se siguen aplicando en crecimiento personal, educación y cada vez más, también en empresas y corporaciones.

Stephen Karpman, discípulo de Eric Berne, se basó en las enseñanzas del análisis transaccional para diseñar lo que se conoce como Triángulo dramático. Un sencillo pero potente modelo para entender la manera en cómo las personas nos relacionamos con los demás.

TRIÁNGULO DRAMÁTICO DE KARPMAN
Karpman sitúa en cada uno de los vértices del triangulo, los roles insanos que muchas veces adaptamos. Estos roles, o manera de comportarnos, vienen determinados por experiencias y aprendizajes de nuestra primera infancia pero que seguimos arrastrando aun de adultos y que sin darnos cuenta, determinarán la manera que tenemos de relacionarnos.

ROL DE SALVADOR
Hay personas que van de salvadoras por la vida y que acostumbran a asumir más responsabilidades de las que le tocan, dan consejos sin que se los pidan y, en definitiva, priorizan las necesidades de los otros por encima de las propias.

A quien no se salva por sí sólo, nadie lo puede salvar. (Cesare Pavese).

ROL DE VÍCTIMA
Hay personas se caracterizan por la queja constante, sienten que el mundo es injusto con ellas y que no pueden hacer nada por cambiar. Delegan en los demás la solución de sus problemas y requieren la atención de quienes les rodean.

El mejor descubrimiento de todos los tiempos es que una persona puede transformar su futuro solo con cambiar su actitud. (Oprah Winfrey)

ROL DE PERSEGUIDOR
 Las personas bajo este rol son acusadoras y reprochadoras. Tienen facilidad para sermonear a los demás y pretenden satisfacer sus necesidades, aun cuando con ello causen sufrimiento. El comportamiento es rígido y distante, pudiendo llegar a usar la violencia física y/o verbal.

DANDO VUELTAS AL TRIÁNGULO

Eva y Andrés llevan varios meses saliendo juntos. Andrés no soporta que Eva enseñe las piernas así que cuando ella se pone falda es motivo de bronca segura. Al principio a Eva accedía a las presiones de Andrés para evitar peleas, pero cuando Andrés le montó públicamente un espectáculo por ponerse un vestido para ir a la cena de empresa, Eva decidió romper la relación.

Andrés estuvo dos semanas enviándole flores todos los días y enviándole whatsApps, diciéndole que ella era el amor de su vida y que sin ella nada tenía sentido.

A las dos semanas Eva llamó a Andrés para decirle que le daba una oportunidad.

Antes de la ruptura Andrés ejercía un rol de perseguidor y Eva de víctima. Tras la ruptura ambos se sentían mal y cambiaron de rol, él pasó de perseguidor a víctima y ella dejó de ser víctima para convertirse en salvadora.

La historia de Eva y Andrés es un ejemplo de personas atrapadas en el Triángulo Dramático que intentan cambiar su situación, pero sólo logran reajustes, cambiando los roles y dando vueltas dentro del Triángulo Dramático. En definitiva, las relaciones que se dan siguiendo el patrón del triangulo, son relaciones insanas  basadas en la inmadurez emocional.

SALIENDO DEL TRIÁNGULO

Ningún rol es más culpable que el otro, todos se retroalimentan entre ellos, por ello, la única manera efectiva de salir del triángulo dramático es crear nuevos personajes sanos a través del propio crecimiento personal y la autoconciencia.

Aunque los tres roles sean distintos, los tres son un intento errado de conseguir afecto y evitar el dolor emocional:

  • El salvador busca el afecto a partir de sentirse imprescindible y necesario.
  • La víctima siente afecto acaparando la atención de los demás.
  • El perseguidor muestra dureza como armadura ante su propia inseguridad.

Por eso la primera regla para salir del círculo, o no llegar a entrar en él, es tomar conciencia de nuestros propios comportamientos y estar atentos también al comportamiento de los demás.
A partir de aquí, lo que conviene saber es que:

  • La persona en rol de salvador tiene que aprender a poner límites y a saber decir “no”, sin que ello le genere sentimientos de culpa. Algunas pautas de comportamiento son:
    – Preguntar al otro si necesita ayuda antes de ayudar.
    – Preguntar a la otra persona que necesita exactamente para no hacer más de lo que pide.
    – Escuchar sin dar consejos, a menos que se le pidan.
    – Saber aceptar cuando alguien rechaza la ayuda.
    – No olvidarse de las necesidades propias.
    Para neutralizar a una persona que va de salvadora lo mejor es saber poner límites a tiempo.
  • La persona en rol de víctima necesita aprender a hacerse responsable de sus propios problemas y entender que encontrar una solución no depende de los que le rodean. En este sentido, una pauta de comportamiento es no delegar en los demás la toma de decisiones.
    Para neutralizar a una persona que va de víctima, lo mejor es preguntarle qué piensa hacer para solucionar sus problemas y, en ningún caso, aceptar que delegue en nosotros sus responsabilidades.
  • La persona en rol de perseguidor necesita aprender a ser asertiva, a transformar sus críticas en opiniones constructivas y a expresar sus sentimientos y emociones. La mejor manera para neutralizar a una persona en rol de perseguidor es poner límites de manera asertiva.

Pon en forma tu cerebro: ejercicios de gimnasia mental

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Todos tenemos claro que para mantener el cuerpo en forma tenemos que hacer ejercicio y entrenar los músculos con regularidad si no queremos que éstos terminen atrofiados, pero ¿tenemos igual de claro que podemos hacer para mantener también en forma nuestro cerebro y agilidad mental?

Neuróbica, gimnasia cerebral o brain gym son solo algunos de los muchos conceptos que se utilizan para referirse a ejercicios mentales enfocados a mejorar el rendimiento de nuestro cerebro.

En el post anterior vimos cómo funciona el cerebro y de qué manera de producen las conexiones neuronales. También aprendimos cómo a través de la neuroplasticidad podíamos moldear nuestro propio cerebro, optimizando así su capacidad de adaptación y aprendizaje.

En este post encontrarás sencillas y prácticas recomendaciones que fácilmente podrás incorporar en tu vida diaria, contribuyendo así a retardar el envejecimiento del cerebro y estimular  tu concentración.

Mantener la mente lúcida es un ejercicio tan necesario como mantener la línea

Aquí recojo solamente algunas de ellas, pero ya sean estas prácticas u otras, lo interesante de todas ellas es que las practiques con regularidad. Si eres constante en poco tiempo es muy posible que empieces a apreciar cambios.

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MANO NO DOMINANTE

 

La mayoría de nosotros se nos da mejor  hacer cosas con una mano que con la otra. Un sencillo ejercicio para trabajar la lateralidad del cerebro consiste en utilizar la mano no dominante (es decir, aquella con la que te cueste más) para hacer pequeñas acciones como lavarse los dientes, coger el teléfono, escribir o utilizar el  tenedor durante la comida.

 

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COORDINACIÓN

 

Seguro que puedes dibujar  un cuadrado con una mano y después, con la otra mano, dibujar un triangulo, pero ¿eres capaz de dibujar ambas figuras a la vez, una con cada mano?

 

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Coloca las manos entrelazadas como en la imagen. Uno a uno, ves eligiendo un dedo e intenta moverlo. Difícil eh!!

 

INVENTARIO

Al finalizar el día puedes dedicar 5 minutos a repasar lo que has hecho desde que te levantaste, no tanto para revivir las emociones que hayas sentido sino para identificar todo lo que has ido haciendo.
Otra manera de practicar este ejercicio es cerrar los ojos e intentar describir el espacio que te rodea en ese momento con la mayor precisión posible.

ROMPE LA RUTINA
Cambiar la ruta por la que vas normalmente a algún lugar o cambiar la posición de algún objeto en casa (el cajón de los cubiertos o el de la ropa interior ) ayuda a tomar conciencia del momento presente y evita que actuemos en modo “piloto automático”.

PASATIEMPOS
Aunque su efectividad no está demostrada científicamente, hay corrientes que defienden que los juegos mentales también  ayudan a poner en forma el cerebro. Lo que sí está demostrado es que son una forma sana de pasar el tiempo, en tanto que evitan entrar en pensamientos repetitivos o negativos y además son una manera divertida de ponerse a prueba. Sopa de letras, sudokus, encontrar las diferencias…son quizás los pasatiempos más habituales, pero hay muchos más juegos. Te propongo alguno de ellos ¿aceptas el reto?.

1.- ¿Eres capaz de decir en voz alta el nombre del color de cada una de estas palabras?. No se trata de leer la palabra, sino de decir en voz alta con qué color ha sido escrita.

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2.- En este montón de 9 se esconde un 8. ¿Puedes encontrarlo?.

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3.- Entre tanto grano de café se esconde la cara de un hombre, ¿eres capaz de identificarla?.

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Complementariamente a todo lo anterior, hay dos factores que son claves para cuidar el cerebro: el descanso y la alimentación:

Dormir bien no significa dormir mucho, pero sí las horas suficientes para permitir a tu cuerpo y a tu cerebro que descansen el tiempo necesario. Reducir la cafeína, evitar las pantallas (televisión, tablet, móvil) por lo menos 1 hora antes de dormir o mantener un horario regular  pueden ayudarte a conciliar mejor el sueño.

La alimentación es la gasolina del cuerpo. Está demostrado científicamente que el abuso de azúcares son perjudiciales para el cerebro. Utilizar edulcorantes artificiales, como el aspartamo, tampoco es una buena solución. Lo ideal: reducir su consumo.
Niveles altos de grasas saturadas también han sido relacionadas con inflamación cerebral, causante de pérdida de memoria. Por contra, hay alimentos  beneficiosos como el omega-3 (nueces) y el té verde (antioxidante).
Y una magnífica noticia para los que nos gusta el chocolate: un poquito de chocolate negro al día no solo no es dañino, sino que es altamente recomendable para la salud cerebral. !Guay!

¿Te has quedado con ganas de saber más sobre este tema? si es así, te invito a que veas el fragmento del programa REDES, dirigido por Eduardo Punset, en el que Eduardo Punset entrevista  Shlomo Breznitz, psicólogo y profesor de la Universidad de Haifa (Israel).

Puedes ver el vídeo enlazando aquí.